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¿Puede el teatro ayudar a la vida de las personas? En el Festival Internacional Cervantino de México creen que sí. Por eso, crearon el Proyecto Ruelas, un proyecto creado con el objetivo de ayudar a las personas mayores de México.

 

Proyecto Ruelas: más allá de la pobreza

Muchas veces se entiende como persona desfavorecida gente que está en situación de pobreza. Pero no es necesariamente así. Hay personas que, sin estar en situación de pobreza están claramente desfavorecidas. Un ejemplo de ello son las personas mayores en Guanajuato.

En México hay más de 4,4 millones de personas mayores de 70 años, de los que el 27,9% dice haber sentido que sus derechos no han sido respetados por la edad.

A las personas mayores no se las escucha. Pero debería. Y el Proyecto Ruelas lo intenta mediante el teatro.

 

Un teatro para personas mayores

El Proyecto Ruelas busca atender las necesidades de las personas mayores a través del arte. Para ello, reconocidos directores colaboran junto con las personas residentes de los centros gerontológicos de El Cambio y Las Teresas, en Guanajauto.

De esta manera, los ancianos participan en actividades, se mueven y socializan a la vez que demuestran su valor en la sociedad y sus necesidades.

Se trata, pues, de usar el teatro como altavoz para las personas mayores.  Para que puedan decir al mundo cómo están. Para que se puedan mover y relacionar. Porque la gente mayor es mucho más útil de lo que las personas suelen creer. Y todo, gracias al teatro.

Todo empezó con 15 años. JR hacia grafitis en los tejados de París con sus amigos. Cada salida era una aventura. Cada grafiti era una muestra de que él había estado ahí.

Con la idea de guardar en la memoria esos momentos, JR empezó a fotografiar e imprimir sus salidas. Y ahí es cuando todo empezó. Y es que, con 17 años, empezó a hacer sus primeras exhibiciones, pero, en una galería totalmente diferente: la calle.

Sidewalk galley JR

Una de las galerías en la calle de JR.

En noviembre de 2005, las noticias se hicieron eco de “las revueltas multitudinarias en las calles de París”. Y ahí lo vio, el cámara enfocaba a una de sus obras realizada años antes. Una foto en la que aparecían conocidos suyos, con pinta desafiante, aunque en realidad no lo fuesen.

Imagen que se hizo eco en Francia, juzgando a las personas de la foto como alborotadores.

Así que, cámara en mano, se dirigió hacia esa misma gente para fotografiarlos. Pero, esta vez, de una forma diferente. Esas mismas personas pondrían caras de “bestias”, caricaturizando las palabras que recibían de los medios.

Esas fotos, las pegó por todo París, junto con el nombre y la edad de estas personas. La idea era que la gente se diese cuenta de que esas personas que estaban “demonizando” eran, en realidad, como ellos.

La exhibición surtió efecto. Los medios de comunicación se hicieron eco de las imágenes y, un año más tarde, se pegaron en el Ayuntamiento de París. Ahí es cuando JR se dio cuenta del poder que esconde una foto.

Desde entonces, JR ha viajado por todo el mundo, con diferentes proyectos, usando la fotografía como herramienta para ayudar a visibilizar las problemáticas sociales de cada territorio.

Por ejemplo, con el proyecto Face To Face, JR demuestra que no hay diferencia en las personas de Palestina e Israel. Para ello, coloca imágenes de palestinos e israelíes con la misma profesión uno al lado del otro en ambos territorios.

Obra de JR en Palestina

Una de las obras de JR en Palestina e Israel para demostrar que son iguales.

Con el proyecto “Women are heroes”  pretende empoderar a las mujeres en países en vías de desarrollo. Para ello, anima a que los hombres de países como Brasil, Camboya, Kenya o Sierra Leona, peguen fotos de mujeres por toda la ciudad.

Estos son solo algunos de los proyectos del artista JR, entre los que se encuentra Inside Out, del cual ya hablamos.

En definitiva, JR nos demuestra que la fotografía puede ser una herramienta para hacer el mundo más humano y conseguir, con ello, un cambio. Y es que,  el arte y la cultura tienen poder transformador, solo hay que enfocarlos de la manera adecuada.

Soledad, tristeza, impotencia… son algunas de las sensaciones que muchos niños de hoy en día sienten debido al bullying. De hecho, de acuerdo con la iSafe Foundation, el 52% de los jóvenes dicen haber sido víctimas de bullying.

Por desgracia, este mal que tanto nos acecha no suele atajarse y muchas veces, termina en desgracia. Es más, el 80% de los jóvenes que se suicidan lo hacen, precisamente, por ser víctimas del bullying.

Para hacer frente a ese mal, desde la fundación Fair Saturday lanzamos la iniciativa Cuentos Contra el Bullying. Esta iniciativa busca que niños y niñas de 8 a 23 años reflexionen sobre el bullying y escriban un cuento al respecto.

Historias de personas que han sufrido bullying, que no han hecho nada o del propio acosador que harán abrir los ojos a jóvenes, padres, profesores y, en general, todo el mundo, de lo terrible que puede ser el bullying.

En esta primera edición del certamen, celebrado en Bilbao, más de 600 héroes invisibles han empuñado un lápiz contra este monstruo con cara de niño. 600 historias únicas, de las que se han seleccionado las 30 mejores para crear un libro. Un libro contra el bullying.

Pero no nos conformamos. Por eso, llevamos esta iniciativa también a Santander y Málaga (donde aún  podéis participar). Para dar voz a las historias de los jóvenes de estas ciudades. Para seguir luchando contra el bullying de la mejor forma que conocemos: mediante el arte y la cultura.

Y cómo no, con impacto social. Porque, además, tratamos crear conciencia entre los jóvenes de los distintos problemas que hay hoy en día y que se vinculen a uno de ellos. ¿Cómo? Cada niño o niña al escribir su cuento debe seleccionar un proyecto social. En caso de que resulte ganador, el premio de 100€ y los beneficios obtenidos con la venta del libro, se destinarán a dicho proyecto.

Actualmente, el libro de la edición de Bilbao se puede adquirir a través de nuestro Marketplace Solidarters o en diversas librerías de Bilbao, como la librería Campus o El Corte Inglés.

En definitiva, seguimos demostrando el poder transformador del arte y la cultura. En este caso, a través de los lápices empuñados por cientos de chavales.

Nosotros ya hemos dado el primer paso. Ahora te toca a ti.

Esta es la historia de cómo 18 niñ·s de las calles Addis Adeba, Etiopía, se convirtieron en bailarines profesionales en tan solo 5 años. Un historia de danza como herramienta de cambio, danza como oportunidad, danza como sueño.

El nacimiento de una locura

Addisu Demissie y Junaid Jemal Sendi eran dos jóvenes que crecieron en familias muy humildes en los slums de la capital de Etiopía. Su vida dio un giro completo cuando con 10 años fueron descubiertos por la compañía británica Dance United.

Addisu-Demissie y Junaid Jemal Sendi, danza y cambio social

Fuente: Destino Dance Company

Fue así como el proyecto echó a andar en 1998, con una escuela hecha de hojalata que construyeron en Addis Adeba (Etiopía) de la mano de Dance United y el centro Etíope Gemini Trust y un programa de formación de 5 años para convertir a 18 jóvenes en bailarines profesionales. ¿Una locura?

 

Los 18 jóvenes que inauguraron los programas de formación de la escuela de hojalata, se graduaron en Reino Unido y comenzaron su carrera como bailarines profesionales. Pasaron de sobrevivir de lo que ganaban vendiendo pañuelos o limpiando zapatos, a bailar en los mejores escenarios del mundo.

DESTINO

En 2014, Addisu Demissie y Junaid Jemal Sendi decidieron formar una compañía de danza que brindara a los jóvenes de su comunidad las oportunidades que ellos mismos tuvieron, con la ambición de seguir sacando a jóvenes de la pobreza.

Así nació DESTINO Dance Company, una compañía de danza formada por personas que buscan transformar su realidad a través de la danza, personas que creen que la danza es una herramienta clave para promover el cambio social. Un centro que se dedica a brindar nuevas oportunidades a personas que nunca las tuvieron. Una academia de danza profesional que acoge a personas en riesgo de exclusión, menores en centro de detención y personas con distintas discapacidades.

Sigue la historia de estos bailarines en su página de Facebook y descubre cómo logran día a día romper más barreras con los nuevos proyectos de la academia.

#FairSaturday

Más información:

Artículo de Marta Romero en El País

Página web de Destino Dance Company

Página de Facebook de DESTINO

Canal de Youtube de DESTINO

 

Lee Mokobe es un poeta sudafricano residente en Estados Unidos. El arma que usa para defender sus ideas es la poesía declamada. Esta es la historia del poderoso y viral poema sobre qué se siente al ser transexual.

“Hablando honestamente, el arte de transmitir historias a través de la oratoria ha existido a lo largo de los tiempos. Mis ancestros compartieron relatos de dolor, de triunfo y enseñanzas morales alrededor de hogueras. Yo he intercambiado ese entorno por el escenario, pero el antiguo concepto permanece igual. Recitar es una forma de expresarse y de relacionarse con el mundo. Cualquier manifestación artística está pensada para expresar las emociones del individuo, esta también. Es expresión libre.”

Un poema que ha sido escuchado por millones de personas

Su declamación en el escenario TED ha sobrepasado el millón de espectadores y a sus cortos 22 años se ha convertido en un ícono dentro de la comunidad LGBT+.

“Creo que cuando tocas las emociones de alguien, cuando apelas a la conciencia de alguien, le estás empujando a posicionarse, a dar una respuesta y habitualmente lo hace con mucha humanidad. Cuando creas arte que incite a una respuesta, obligas a las personas a ser introspectivas, a mirar dentro de sí mismo y de los demás para encontrar una solución.”

Su poesía nace de sus experiencias personales, él mismo responde con honestidad sobre temas como la discriminación y la dureza de las sociedades africanas con respecto a la comunidad LGBT+.

“Soy negro, pobre, queer (no heterosexuales) y transgénero. Todo eso ha condicionado mi trabajo. Es difícil tener una existencia como la mía y no enfrentarse a la injusticia en cualquiera de sus formas. Escribir sobre ello me sirve para que esa injusticia sistémica y social no me derrote.”

Su trabajo ha roto barreras gracias a las redes sociales, la viralización de su poema ha puesto el foco en temas sociales y políticos de vital importancia. Lee se ha propuesto seguir trabajando para brindar apoyo a personas como él.

“Estoy trabajando duro”, revela, “para mejorar como artista y mejorar mi formación. Y estoy trabajando duro porque, cuando lo consiga podré conseguir becas para jóvenes aspirantes a escritores sudafricanos”. “Por primera vez en años, me he dado cuenta de que debo trabajar para mejorar yo, con el objetivo de poder ayudar a otros en un futuro próximo”.

¿Qué se siente al ser transexual? El poema

Traducido por Sebastian Betti
Revisado por 
Denise R Quivu

La primera vez que murmuré una oración estaba en una catedral con vidrieras.

Me quedé de rodillas mucho después que la congregación se pusiera de pie.

Mis manos en agua bendita,

hago la señal de la cruz;

mi diminuto cuerpo se dobla como un signo de interrogación

sobre el banco de madera.

Le pedí a Jesús que me sane

y cuando no me respondió, el silencio se volvió mi amigo

con la esperanza de que mi pecado ardiera y aliviaría mi boca,

disolviéndose como el azúcar en la lengua,

pero la vergüenza se quedó como un regusto persistente.

Y en un intento por devolverme a la santidad,

mi madre me dijo que era un milagro que podía crecer y ser lo que quera.

Decidí… ser un chico.

Fue lindo.

Llevaba gorro y una sonrisa desdentada,

mi rodillas peladas fueron mi credo,

jugué al escondite con lo que quedaba de mi futuro.

Fui aquello.

Campeón en un juego que los otros niños no podían jugar.

Fui un misterio anatómico,

una pregunta que se quedó sin respuesta

un caminante por la cuerda floja

entre el niño torpe y la niña que pide disculpas.

Y al cumplir los 12, la fase muchacho dejo de parecer encantadora.

Encontró tías nostálgicas

que querían verme las rodillas a la sombra de las faldas

y me recordaban que mi actitud nunca iba a traerme un marido en casa,

que yo existo para el matrimonio heterosexual y la procreación.

Y me tragué sus insultos junto con sus afrentes.

Naturalmente, no salí del armario.

Los niños de mi escuela lo abrieron sin mi permiso.

Me llamaban con un nombre que yo no entendía,

me decían “lesbiana”,

pero yo era más niño que niña, más Ken que Barbie.

No tenía que ver con odiar mi cuerpo,

lo amaba lo suficiente como para liberarlo,

lo traté como a una casa.

Cuando la casa se cae a pedazos,

uno no la abandona,

la acondiciona para que albergue todo lo que es,

la embellece para invitar huéspedes,

uno refuerza sus cimientos para que resistan.

Mi madre teme que me inspiré en elegir mi nombre en cosas efímeras.

Conforme cuenta los ecos dejados por Mya Hall,

Leelah Alcorn, Blake Brockington

teme que yo muera sin palabra,

que me vuelva la conversación de “qué vergüenza” en la parada del bus.

Afirma que me he vuelto un mausoleo,

que soy un ataúd andante,

que los titulares han convertido mi identidad en un espectáculo.

Bruce Jenner está en boca de todos

mientras la brutalidad de vivir en este cuerpo

se convierte en un asterisco al pie de las páginas sobre la igualdad.

Nadie nos ve nunca como humanos

porque somos más fantasmas que cuerpos,

porque la gente teme que mi expresión de género sea un truco

que existe para ser perversa

y atraparles sin su consentimiento,

que mi cuerpo es una fiesta para sus ojos y manos

y que una vez se alimentan de mi extrañeza

regurgitarán las partes que no les plazcan.

Me pondrán de vuelta en el armario, colgado junto a los otros esqueletos.

Seré la mejor atracción.

¿Ven lo fácil que es empujar a la gente para convertirse en ataúdes,

y ponerles los nombres equivocados en las lápidas?

Y la gente todavía se pregunta por qué los chicos se corrompen,

por qué andan por los pasillos de la secundaria

con miedo de ser etiquetados en un instante,

con miedo a que los debates en clase se vuelvan un juicio final

ahora, cuando la sociedad acepta

más niños transgénero que los hacen los padres.

Me pregunto cuánto tiempo se tardará

para que las notas de suicidio trans empiecen a ser superfluas,

para que entendamos que nuestros cuerpos se vuelven lecciones sobre el pecado

mucho antes de que nosotros aprendamos a amarlos.

Como Dios no se apiadó de esta vida y no fue misericordioso,

como mi sangre no es el vino que lavó los pies de Jesús,

me estoy atragantando con mis oraciones.

A lo mejor ya estoy curado

o tal vez no me importe,

quizás Dios al fin escuchó mis plegarias.

Gracias.

(Aplausos)

#FairSaturday